25 jul 2012

Apología de Jeanneret

















En la convulsión que implicó la caída de los ideales modernos los desesperados por articular un relato razonable de la historia reciente denostaron en más de un caso a Le Corbusier.


Criticaron sin piedad (y sin fundamento) los postulados del arquitecto (Que los mediocres señalan que nunca se recibió en la universidad) tales como la vivienda como máquina de vivir, las necesarias reformulaciones de los accesos a ciudades, los usos innovadores del hormigón para estructuras, las viviendas sociales como soluciones de los gobiernos para el problema de tantos miles (millones).


La incapacidad para sostener las obras de gran envergadura por parte de los gobiernos, la imposibilidad de comprender ideas quizás demasiado amplias (o demasiado adelantadas a su tiempo) y la intolerancia de cabotaje hicieron que una corriente negativa rodeara al genio francés.


DE NINGUNA MANERA.


Charles Édouard Jeanneret-Gris fue un genio, una mente clara, investigadora, que buscaba respuestas en la experimentación continua. Que para conocer, caminó. Que para demostrar, construyó.


Fue un artista, y supo imponer sus ideas por la simple razón de su peso propio. Claramente hizo realidad utopías que más de una vanguardia nunca logró. Y dejó un legado inconmensurable...


Pero un párrafo aparte merece su libertad. 


El mismo hombre que construyó Villa Saboya fue el que concibió Ronchamp.
El que pensó la ventana corrida... perforó muros de manera irregular para que la luz jugara en el interior de una iglesia.


Que la posmodernidad no haya podido llevar a buen puerto su herencia, no es problema de él.
Quienes argumentan en su contra sin el vuelo necesario, quizás sería bueno que hicieran silencio...


Le Corbusier: el verdadero nexo entre las mentes más claras de las vanguardias utopistas y el espacio real en el que vivimos todos.