Leo un artículo sobre Eduardo Kac (ver abajo).
Me cuesta sintetizar lo que en mí produjo...
Por lo pronto una catarata de preguntas...
Cuál es el escenario en el cual se hace arte hoy?
Hay límites entre las áreas del conocimiento? Debe haberlas?
Hay límites entre las artes? Debe haberlas?
Las preguntas éticas, anteceden a las estéticas?
Las respuestas estéticas, pueden ayudar a responder preguntas éticas?
Si tal como dice Perls, el hombre no puede evitar crecer y desarrollarse... tal como cualquier organismo vivo dejar de crecer... Puede el hombre dejar de hacer arte? Puede dejar de hacer ciencia? Debe frenar ante ciertos fantasmas, temores, caminos objetados por los más ortodoxos de todos los terrenos? O en función de la búsqueda genuina de la verdad debe seguir avanzando a pesar de todo?
En estas últimas dos décadas conocimos más de genética que en todo el resto de la historia de la humanidad. Nunca se acumuló tanto conocimiento ni se pudo por medios ubicuos ponerlo a disposición de tanta gente...
Nunca se diversificó tanto la creación ni avanzó tanto la tecnología como en este tiempo reciente...
Sin embargo el hambre sigue acuciando a la mitad de la humanidad.
Y la otra mitad no construye las soluciones adecuadas...
El c{umulo de preguntas, entonces, se reduce a una:
Cuál es el lugar de la vida en la conciencia del hombre?
Si el hecho estético puede contribuir a que esa conciencia de un paso, bienvenido.
Mientras, tratamos de digerir el mensaje de Kac.
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El cuerpo dejó de ser el laboratorio rígido e inalterable que define a un ser vivo; los avances tecnológicos permiten intervenirlo, transmutarlo. Según Eduardo Kac
Kac es considerado el padre del arte transgénico. Según su línea de pensamiento, la única manera de reflexionar sobre estos cambios desde el arte es utilizando las mismas herramientas y técnicas que los científicos. Sus obras no pretenden ser útiles, sino intervenciones simbólicas. Bajo ese concepto le dio vida -literalmente- a Alba (2000), su obra más polémica, una coneja, de tamaño mediano, manipulada genéticamente para que emita un fulgor fluorescente en la oscuridad. Junto a tres especialistas del Instituto Nacional de Investigación Agronómica de Francia (INRA), se le introdujo a Alba una mutación sintética del gen de la medusa, que produce una proteína verde, también conocida como PVF.
De este modo, Kac empujó la discusión sobre la necesidad de ampliar la concepción tradicional del arte: la manipulación genética es un elemento más de la obra. Las críticas explotaron ferozmente, tanto de instituciones ecologistas como de grupos religiosos. Lo tildaron de asesino y de querer competir con la naturaleza. La oposición a su obra fue tan fuerte que legalmente se le impidió convivir con Alba, que fue retenida en el instituto donde fue creada.
Para Octavo día diseñó una ecología transgénica formada por ratones, plantas y peces, todos modificados con el gen de la medusa y al igual que Alba producen un brillo verde. Lo más interesante de esta obra es la participación de un Biobot que se mueve en el espacio de acuerdo con la actividad de estos organismos, y se maneja desde una página web. Ni las amebas ni el hombre tienen un control total sobre el dispositivo, con lo que el robot se convierte en un lugar de interacción entre organismos y participantes. Además, el biobot a través de una cámara ofrece una perspectiva en primera persona del ecosistema transgénico. Cada uno de los animales fue creado por un equipo de 18 científicos de la Universidad de Arizona.
La instalación Teleporting an Unknown State, por su parte, funciona de forma interactiva entre una planta que crece en la oscuridad y miles de internautas que le proveen luz cuando se conectan a la web del proyecto. Todo el proceso se transmite en vivo y en directo al mundo, y puede ser observado por los asistentes mientras está en exposición.
Una de sus obras más ingeniosas es Movimiento 36, basada en la famosa partida que perdió el campeón mundial de ajedrez Gary Kasparov contra la máquina Deep Blue en 1997. A partir del código binario, Kac conectó equivalentes para cada una de las letras de la frase de René Descartes “Pienso, por lo tanto existo”. Con la combinación creó un gen sintético que introdujo a una planta. Esa planta transgénica fue puesta en un tablero de ajedrez hecho con tierra y arena, en el cuadro exacto donde Deep Blue hizo su movimiento número 36 que significó la derrota de Kasparov. La lectura es lineal: la supremacía de la tecnología sobre el pensamiento.
Ninguna de la críticas que le han disparado a Eduardo Kac ha surtido efecto, por el contrario, sirvieron para ubicarlo en el centro de la escena del arte contemporáneo. Sus reflexiones continúan proponiendo nuevas interpretaciones del pensamiento científico, artístico y filosófico.
http://tecniarts.com/eduardo-kac-genetica-escenario/ (16 de junio 2012)