16 jun 2012

Los verbos de la creatividad













Emular:
Imitar a alguien. Tratar de hacer lo que el otro hizo. Demostrarse técnicamente capaz. Ejercitar la percepción, la observación. Y en definitiva, hacer un acto de subjetividad. Porque la objetividad no es posible, sencillamente. En esa observación desde el yo, surge lo propio, tiñéndolo todo.

Transformar:
Tomar lo que nos conmueve, aquello que valoramos especialmente... y en un acto de admiración (pero también de autoafirmación, modificarlo. Y en esa modificación, descargar asociando orgánicamente lo propio.

Yuxtaponer:
Sencillamente hacer el ejercicio de poner una idea al lado de otra y observarlas. Arrimar un objeto a otro. Acercar dos teorías y ver qué pasa. O dos personas. O dos profesiones. O dos de lo que quieras.

Ensamblar:
Ya con herramientas del carpintero en mano (o del cirujano, o del matemático, o del agricultor...), tallar dos ideas, rediseñar dos cosas, resignificar dos conceptos... y encastrarlos. Las casas japonesas de madera ensamblada resisten los terremotos. Por qué? Porque flexiblemente se mueven... y si la violencia del sismo es grande: saltan y vuelven a caer...

Sinergizar:
Juguemos ahora a arrimar más de tres ideas y busquemos sus puntos de contacto. El común denominador, lo que evidentemente (y no tanto) tienen de similar. Luego dejemos que esos factores jueguen su juego. y valoremos lo que surge, sin juzgarlo.

Transferir:
Racionalmente tomemos una idea que funcionó en un contexto y (con un poco de osadía y bastante de inteligencia analítica) intentemos que funcione en otro (adaptaciones y flexibilizaciones mediante).

Desarrollar:
Tomar una idea y llevarla a otro nivel. Superior.

Disruptir:
Alterar un orden establecido. Y navegar la ola que se genera.

Concebir:
En algunas situaciones. Raras, extremas, geniales... Una idea nace de cero.
Pero hay que parirla.